Síntoma 3 de la Mujer que Ama Demasiado
«Debido a que usted nunca pudo convertir a su(s) progenitor(es) en los seres atentos y cariñosos que usted ansiaba, reacciona profundamente ante la clase de hombres emocionalmente inaccesibles a quienes puede volver a intentar cambiar, por medio de su amor”
(RÉPLICAS)
«Mis Réplicas”
Dice nuestra terapeuta Robin Norwood: “…lo que haya faltado o haya sido doloroso es lo que Vd. está tratando de corregir en el presente.
Esta frase fue una gran sorpresa para mí.
¡¡¡ Estamos con hombres que reproducen situaciones que hemos vivido!!!
Cuando yo era niña tenía la comprensión y reconocimiento por parte de mi madre, incluso creo que su devoción, pero de mi padre me ha faltado el reconocimiento a mi esfuerzo y mérito.
Cuando estaba en el instituto no me mostraba que valorase mis buenas notas ni los elogios de los profesores.
Y después, cuando muy jovencita empecé a trabajar (para ayudar a la economía familiar) no sentí que valorara haber aprobado unas oposiciones muy difíciles o que desarrollaba un trabajo realmente desproporcionado en responsabilidad para mis 16 años. Claro que la empresa sí que valoraba mi capacidad pues la explotó abundantemente.
Como explica el libro, sus propios problemas profesionales le impedían darme su reconocimiento en mi vida laboral y yo lo necesitaba mucho porque era mucho mi esfuerzo y mi dolor por no haber podido seguir estudiando.
Afortunadamente, gracias al libro y a trabajar el Programa, he podido darme cuenta de que una causa de sufrimiento en mi actual relación de pareja, es el no haberme sentido durante mucho tiempo valorada y reconocida debidamente (según mi necesidad), es una réplica exacta de aquello!!
Cuando me di cuenta, no tuve más remedio que afrontarlo. Y pensé: ¿Y ahora que hago? ¿Voy a pasar toda mi vida buscando en un hombre esto que me dejó a deber mi padre? Y sobre todo, ¿voy a seguir necesitando esto?
Queridas compañeras, he encontrado una solución. Ha sido mi varita mágica.
Recordando a mi padre y en lo que pensaba de él cuando era todavía una niña, he descubierto que, ya siendo bastante pequeña, yo le juzgaba y le juzgaba negativamente en algunos aspectos.
He descubierto que yo tampoco le valoraba y le reconocía en todas las facetas de su vida y lo mismo ocurre con mi pareja, yo no le reconozco y admiro en todo, y soy consciente de que le gustaría y de que, tal vez, a veces lo necesite.
De modo que he encontrado, digamos, un equilibrio. Son situaciones y actitudes recíprocas.
Pero la cuestión esencial quedaba en pie. Mi necesidad de sentirme valorada y reconocida por mi hombre en particular y por los demás en general.
Bueno aquí también he dado pasos de recuperación. Pues he reflexionado del siguiente modo:
Yo me valoro y reconozco el valor de mis actividades y comportamientos externos e internos.
Yo sé en qué circunstancias realizo las cosas y el mérito que pueden tener.
Yo soy la única que tiene todos los datos de mis condiciones internas.
Y si yo me valoro y reconozco el valor y el mérito de mi vida, ya me siento valorada. Me apoyo en mi propia valoración.
Ya no necesito la de los demás de manera tan imperiosa y generalizada.
Puede dolerme o disgustarme puntualmente en algún momento pero ya no me cala.
Ahora la opinión de los otros sobre mí tiene mucho menos valor que la mía propia. Creo más en mí.
Yo sé quien soy y lo que valgo (también lo que no valgo). Los demás no tienen ninguna obligación de saberlo y menos aún de demostrármelo.
Una mujer acercándose a su recuperación. Enero 2010