Posteado por: MAQAD | 30 septiembre 2010

«El amor es mágico»

5ª Característica de la mujer recuperada

Su autoestima es lo suficientemente grande para que pueda disfrutar la compañía de los demás, especialmente de los hombres, que le parecen bien tal como son. No necesita que la necesiten para sentirse digna”

(Sobre la necesidad de ser necesitadas)

 

«El amor es mágico”

Si no me necesita, es que no me ama” Sin duda todas mis relaciones las he vivido basadas en esta convicción. Hoy me sorprendo a mí misma al ser consciente de lo fiel que he sido a este concepto para mí tan real y tan inequívoco como que tengo dos ojos, dos manos…

Esta falsa idea, ha convertido mis relaciones en un darlo todo por mi parte, sin percatarme de que esa compulsiva necesidad de ser necesitada pudiera haber sido, en muchas ocasiones, la causa principal del fracaso de mis amoríos.

¿Por qué? ¿Por qué siempre he pensado que para que alguien me ame me tiene que necesitar? Recuerdo a mi padre explicándome cómo se hacen las ecuaciones matemáticas, recuerdo a mi madre diciéndome que para oler bien y estar limpia me tengo que bañar, recuerdo a mis abuelos diciéndome que tengo que cruzar siempre por los pasos de cebra… pero no recuerdo a nadie diciéndome que para que alguien me ame me tiene que necesitar!

Sin embargo, yo se que el ser humano no sólo aprende por lo que ve o escucha, pues de sobra se que se puede abrazar con la mirada y que el silencio, puede decir mucho más que mil palabras…

Y sin saber por dónde empezar, me veo aquí contando lo primero que me viene a la mente… son recuerdos que, como por arte de magia, hoy han venido a regalarme comprensión:  

  • Recuerdo ser muy pequeña y que mis abuelos, en una de sus visitas a Ibiza, nos sacasen a pasear con la intención de comprarnos un detallito a cada una de sus cuatro nietas. Todas nosotras rebosantes de excitación por ese momento de gloria. Recuerdo a cada una de mis hermanas escogiendo sus regalos y yo mentalmente diciendo “si yo fuera ella escogería esto o eso otro…”. Mi mente estaba tan distraída pensando ‘si fuera ella’ que volvimos del paseo y yo no había sido capaz de escoger algo para mí. Escuché el comentario de mi madre y mi abuela hablando sobre mí y sobre lo diferente que era a mis hermanas pues yo me conformaba con tan poco… Mi abuela, imagino que conmovida, en un gesto de amor hacia mí, al día siguiente me llevó a mí sola a las tiendas. Me costó decidirme pero todavía recuerdo aquella preciosa agenda como si fuera ayer. Este inocente episodio, imagino que mi subconsciente debió interpretarlo como: “Si tengo paciencia y pienso en los demás, finalmente conseguiré el mejor regalo único y exclusivo para mí”, como si mi paciencia y mi bondad fueran mágicos…
  • Mi hermana pequeña se apuntó a mi escuela de ballet pensando que bailaría conmigo. Yo no pasé de curso y me quedé con niñas más pequeñas que yo para que ella no llorase y se sintiera bien. La profe, como recompensa por mi acto de bondad, me concedió un ‘solo’ de ballet que pude bailar en el Casino de Ibiza. Me sentí muy especial. Una vez más, mi acto de bondad, como por arte de magia, me había regalado un momento en exclusiva.
  • Cuando mi padre volvía de trabajar, en alguna ocasión traía una agenda, una libretita, un bolígrafo que nada más entrar por la puerta ofrecía a sus hijas. Mis hermanas rápidamente pedían que el detallito fuera para ellas pero yo, en mi mundo de ensueño, siempre esperaba pacientemente mi turno pensando que pronto llegaría el día que él entrase por la puerta y dijese que ese día el regalito iba a ser para mí. El momento nunca llegó. Mi magia no funcionó… Como yo nunca lo pedía, imagino que mi padre, con su mente masculina, debió interpretar que a mí esos regalitos no me interesaban, pero la verdad es que yo me moría por uno de esos regalitos y lo que realmente esperaba de él era que se percatara y valorara mi buen comportamiento y gratitud, regalándome un momento en exclusiva apareciendo un día por la puerta con un regalo que fuera sólo para mí. Me hubiera conformado con una florecita del camino, una piedra bonita, un beso o una mirada… el regalo no era la cuestión. ¿Es demasiado pedirle, sin palabras, a un hombre que sea capaz de ver más allá y conmoverse por el comportamiento de una niñita al igual que hicieron mi abuela y mi profe de ballet? Lo es si se juntan el hambre con las ganas de comer! Mi padre, muy trabajador y la verdad es que muy poco afectivo. Yo, la tercera de cuatro hermanas y ansiosa de atención y amor.

Estos recuerdos hoy, me ayudan a entender, que sin provenir de un hogar disfuncional, la mente y las percepciones en la infancia son tan frágiles, inocentes y tan fácilmente perturbables… Sorprende la facilidad y rapidez con las que construí mis patrones de comportamiento entorno a estos inocentes episodios vividos en la niñez.

Son tantas las réplicas en mi vida adulta basadas en la convicción de que yo soy diferente a las demás, en la necesidad de sentirme especial, en la convicción de que con paciencia, mis actos de bondad finalmente verán sus frutos, y siempre me he conformado con tan poco…

Y es que toda mi vida la he construido entorno a la necesidad de ser amada! Creándose así un círculo vicioso en el que yo he pretendido hacerme imprescindible en la vida de los demás utilizando mi paciencia, mi bondad, mi don especial! como mis mejores armas para conseguir mi objetivo.

He manipulado cualquier tipo de relación ajustándola a la realidad que a mí me ha hecho sentir siempre más cómoda y segura. Una realidad en la que yo siempre he sido la protagonista entregada y dedicada a salvar a cualquier persona inaccesible emocionalmente que se cruce por mi camino.

Me he enamorado de hombres que han estado más fuera que dentro de casa. Situación idónea para que yo pueda desarrollar con comodidad mi patrón de comportamiento en el que yo necesito que ese hombre me necesite para ser feliz. Mi padre salía por la mañana a trabajar y regresaba por la noche. Esa situación todas la llevábamos con normalidad pues no hay nada indigno en salir a trabajar para mantener a tu familia. Mis hombres normalmente se iban, igual que hacía mi padre, y finalmente volvían. Dónde habían estado y qué habían hecho no era la cuestión, lo verdaderamente importante es que volvían a casa para encontrarse sólo conmigo, ya no había competencia, sólo estaba yo y en ese momento sólo me podían querer a mí, ocasión que yo siempre he utilizado para sentirme especial e imprescindible en sus vidas pues, al igual que hacía mi madre, les tenían la nevera repleta de comida, la ropa planchada, la casa limpia y ordenada… qué hubieran hecho sin mí!

Aunque sólo haya sido para cubrir sus necesidades básicas, yo he necesitado siempre que mis hombres me necesiten para sentirme viva y querida. He mendigado un poquito de amor y atención haciéndome imprescindible en sus vidas.

Hoy mi vida es muy diferente… por fin me ha llegado la comprensión y con ella el amor y respeto hacia mi propia persona. Ahora entiendo tantas cosas… Sé, que al igual que yo, muchos niños pueden llegar a creer que su comportamiento puede tener resultados mágicos en cuanto al amor. Porque los niños, en su inocencia, creen en la magia! Y si no funciona, al igual que no me funcionó a mí con mi padre, harán mil maravillas para controlar la situación.

Princesita…, una vez más ¡Lo entendiste al revés! No es que “la magia es amor” sino que ¡“EL AMOR ES MÁGICO”! 

Una Mujer MAQAD de Ibiza

Marzo 2010


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