Respuesta a una compañera del programa
“Lo importante es andar”
Querida compañera de programa, me identifico tanto con tus palabras que al leerlas me he puesto a llorar.
Es como si las hubiera escrito yo en uno de esos días en los que tampoco he encontrado la fuerza para levantarme y enfrentarme a esa situación, que a veces es un infierno.
Me encantaría poder decirte cómo se sale de esto pero no puedo hacerlo pues yo aún estoy en ello. De lo que sí me doy cuenta es que cada cosa que he probado, cada paso que he dado, me acerca más a la solución.
Para mí lo importante es andar, no quedarme quieta, buscar soluciones y si algo no me sirve, seguir buscando por otro lado.
El libro de R. Norwood creo que es lo que más me ha abierto los ojos, pues va tan al grano, me he sentido tan identificada…
Por fin entiendo qué me pasa, entiendo que es una «enfermedad» con sus síntomas y su solución. Y, sobre todo, que no estoy sola ni soy un bicho raro, que hay muchas mujeres a las que les pasa y que podemos compartir nuestras «luchas», apoyarnos en el camino, en el proceso de recuperación.
Por eso lo bueno que he sacado de mi angustiosa relación de pareja es aumentar mi conciencia acerca de cómo me manejo en mis relaciones.
Ahora estoy decidida a invertir todo el 2010 en mí, en recuperar las riendas de mi vida, en reconocer mi aterrador vacío interior, necesidad de cariño, de sentirme valorada y querida, mi soledad, para empezar a trabajar en eso. Pues me he dado cuenta de que parte de mi obsesión con él es por mi necesidad de que me quiera y me valore.
Quiero aprender a quererme y valorarme yo y a cultivar el amor de otras personas que están a mi alrededor y que me pueden proporcionar cariño y compañía.
Cuando tenga una relación, quiero que sea con alguien que esté totalmente seguro de que me quiere y que quiera estar conmigo; alguien que me acepte como soy y a quien yo acepte tal y como es. Si no, no tiene sentido.
Aún me parece una utopía pensar esto, después de tanto tiempo en un limbo de dudas, pero en realidad es lo más normal del mundo.
¿Cómo voy a afrontar las dificultades de una relación si el otro ni siquiera sabe si quiere estar conmigo? ¿Cómo voy a vivir tranquila si no sé si el otro me quiere ni si quiere estar conmigo? ¿Cómo me voy a valorar como mujer si el hombre al que amo no sabe si me ama?
Me agobio cuando lo veo así de claro, pero bueno, hago lo que puedo y sé que cuanto más me doy cuenta de lo que pasa, más fuerte me estoy haciendo y más ganas siento de seguir por el camino de la curación.
Sé que el trabajo está en mí, cuanto más me llene yo, menos le necesitaré a él o a cualquiera. Estoy aprendiendo a abrazarme yo, consolarme yo, animarme yo.
Te mando un fuerte abrazo, compañera, y todo mi apoyo. Estamos en el camino, eso es para mí lo más importante. Y estamos todas juntas, no estamos solas.
Sé que en un futuro no muy lejano miraré hacia atrás y me sentiré orgullosa de que mi sufrimiento haya servido para cambiar algo en mí, para hacerme cargo de mi vida y dejar que el otro haga la suya y tome sus propias decisiones, «cambiar el chip» para siempre y poder disfrutar de una vida plena, libre de patrones de relación tóxicos para mí.
Una mujer. Enero 2010